La Costa de los Mosquitos es un recorrido por tus emociones. La idea nace a partir de “Claroscuro”. ¿Cómo escoges las otras canciones que componen este trabajo?

Al final, por unas cosas y otras, ha sido un proceso bastante largo el de composición de La Costa de los Mosquitos y me ha dado tiempo a ser bastante selectiva con los temas que. Para mí le dieron forma a todo este concepto que habla de las obsesiones como vehículo hacia la locura. Es verdad que la veda se abrió con “Clarooscuro”. Entender cuál era el concepto y a partir de ahí seleccionar los temas que conformaban la obra y la completaban.

Este ejercicio de introspección te ha permitido conectar con tu lado salvaje. ¿Ha sido un proceso lineal o lo has vivido en diferentes etapas? ¿De qué manera ha afectado al proceso creativo del disco?

Creo que voy pasando por todo tipo de etapas, como todo el mundo, dentro de una misma temporada. La Costa de los Mosquitos ha sido un disco que he compuesto después de meterme en referencias muy nuevas y en música que no había escuchado antes. He ido pasando por todo tipo de momentos, hasta que he conseguido alejarme de ellos. Coger perspectiva y quedarme con lo que quería. Ha servido para conocerme en lo personal, en distintos aspectos e ir probándome en cosas diferentes de lo que he venido haciendo hasta este momento.

La mezcla de sonidos en La Costa de los Mosquitos entre tradición y elementos electrónicos ¿fue buscada para plasmar los diferentes estados de una emoción o fue un resultado orgánico producto de un ejercicio de exploración?

La producción de La Costa de los Mosquitos fue obra de Álvaro Espinosa, su productor. Había compuesto Año X y lo hizo, en mi opinión, de forma magistral. Le di bastante libertad, dentro de una búsqueda de sonido y experimentación, pero el gran mérito de la producción es suya y del trabajo en equipo.

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Cuando tocas en directo un disco con estas características. ¿Qué sensaciones te llegan desde el público? ¿Sientes que conectas de un modo diferente al que lo hacías con Año X?

Depende del sitio en que se haga. Es un repertorio que necesita cierto clima de escucha, es más exigente en ese sentido que Año X. También lo estamos llevando, no lo hemos abandonado, y compaginando.

Las sensaciones del público son positivas. La mayoría saben a lo que vienen y justo quieren eso, ese nivel de profundidad en el directo que tiene el disco. Está siendo muy guay, va evolucionando, sigue vivo y me está encantando poder defender este disco en todo tipo de sitios como salas o teatros que a lo mejor es su hogar o el sitio donde mejor puede funcionar.

Has incluido varias colaboraciones en tu segundo trabajo. ¿Qué han aportado estos artistas a cada tema?

Solo hay una colaboración la de Kevin Johansen en Tanananá. Aporta su personalidad única y exclusiva. La voz de Kevin siempre fue algo que quise tener en alguna canción y es un regalo que dijera que sí. Tiene una calidez y un sonido que creo que caracteriza todo lo que hace. Es una suerte poder tenerlo en Tanananá.

Quedan unas cuantas fechas para verte en directo. ¿Has pensado si al finalizar la gira te pondrás a trabajar en tu tercer álbum o te tomarás un tiempo para reflexionar y reconectar con el proceso de creación?

El tercer disco se está gestando, estoy publicando cosas que irán en él. Esto no para. Estoy de gira, pero me resulta bastante inspirador en los huecos que voy teniendo poder plasmar todo lo que estoy viviendo que va a caracterizar bastante el tercer disco. Nunca había hecho tantos conciertos como este año y está resultando inspirador para mí todo el tema del directo. Será un disco enfocado al show que quiero hacer en los conciertos.